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El misterio de la flota perdida


sábado, 30 de enero de 2016

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El misterio de la flota perdida

De forma independiente a las leyendas, lo que sí es posible saber es que –según fue aumentando su poder adquisitivo- el Temple adquirió una serie de barcos con los que poder hacer viajes de Europa a Tierra Santa. Por otro lado, también se conoce que el grupo utilizó estos bajeles en aras de comerciar con el excedente de sus granjas. Así lo determina la doctora Lara Martínez, quien afirma que –con el paso de los años- los monjes-guerreros establecieron una serie de rutas marítimas que salían de varios puertos europeos. «El objetivo de estos buques era el comercio y la guerra. Los templarios controlaban las comunicaciones gracias a que, como estudiosos que eran, habían aprendido las claves de la navegación de los fenicios. Tenían una gran armada fondeando en los puertos mediterráneos y atlánticos (en la parte francesa). Esta visión a larga distancia del orbe, junto a la capacidad logística, proporcionaba supremacía si consideramos que, por entonces, el común de los mortales estimaba que en el Estrecho de Gibraltar estaban las Columnas de Hércules, es decir, que no había tierra más allá», completa la autora.
Siempre según María Lara, los templarios lograron hacerse con puertos en Flandes, Italia,Francia, Portugal y el norte de Europa. Algunos de los más famosos eran el de La Rochelle (su centro neurálgico en el Atlántico) y los de Marsella y Colliure en el Mediterráneo. A su vez, estos monjes-guerreros solían estudiar los enclaves en los que recalaban sus bajeles de forma sumamente minuciosa para, llegado el momento, poder salvarlos si eran atacados. «El puerto de La Rochelle, por ejemplo, estaba protegido por 35 encomiendas, en un radio de 150 kilómetros, más una casa provincial en la propia villa», completa la experta.
María Lara, autora de «Enclaves templarios», frente a la iglesia de Santa María la Real de Sangüesa -recogida en la obra- (Navarra)
María Lara, autora de «Enclaves templarios», frente a la iglesia de Santa María la Real de Sangüesa -recogida en la obra- (Navarra)- M.L.
Pero… ¿Cuándo comenzaron a formar esta flota? Según corroboran autores como el investigador histórico Juan G. Atienza en sus múltiples libros sobre el tema, la Orden del Temple empezó a adquirir buques pocas décadas después de lograr sus privilegios papales. Así lo denota el que los templarios ofreciesen al mismísimo Ricardo Corazón de León sus barcos para que regresase a su hogar tras terminar la cruzada que protagonizó contra los musulmanes en 1191 (en la cual, por cierto, no pudo reconquistar Jerusalén a los enemigos de la cristiandad). Algo parecido sucedió con Jaime I el Conquistador, a quien estos monjes militarizados brindaron los barcos con los que contaban en Barcelona y Colliure para favorecer que comenzase la reconquista de Tierra Santa.
Mercancía para arriba, peregrinos para abajo, la flota estuvo activa hasta 1307. Ese año, cuando comenzó la persecución a la Orden del Temple, los buques (13, según la mayoría de fuentes) tuvieron que izar velas y salir navegando del puerto de La Rochelle antes de que las autoridades galas encarcelasen a sus capitanes y pasajeros. Ese día marcó el inicio de un gran misterio pues, aunque la Historia nos dice que las naves partieron de Francia bajo la bandera de la Orden, se desconoce dónde atracaron. «Cuando el, 13 de octubre de 1307, Felipe IV desató la persecución, la flota escapó del monarca y nunca más se supo de ella. Es una incógnita que alimenta el halo misterioso de los templarios. No se sabe si se dispersó por las aguas, si se reagrupó en otro puerto… Se ha apostado por la hipótesis de que huyó en bloque del Mediterráneo, dirigiéndose a un destino oculto en busca de seguridad y asilo político, mas ¿adónde?», completa María Lara.

¿Dónde desembarcó la flota?

La desaparición de esta flota errante ha hecho proliferar a lo largo de las décadas decenas de teorías sobre los lugares a los que pudieron arribar los caballeros de la orden. Lo mismo sucede con su carga. De hecho, algunos amantes de la conspiración son partidarios de que, en estos buques, los templarios cargaron un gran tesoro acumulado durante décadas para salvarlo de las garras de Felipe IV. Algunas fuentes, incluso, se atreven a afirmar que el mismo Gran Maestre Jacques de Molay iba escondido en estos bajeles, y que solo fue capturado cuando regresó a Europa para protagonizar una misión secreta y desconocida. Fuera como fuese, lo único que se sabe es que la armada se escapó después de ser avisada (probablemente por el Vaticano o la corte francesa) de lo que iba a suceder. Las regiones a las que, presuntamente, habría llegado, son las siguientes:
El último Gran Maestre de la Orden del Temple
El último Gran Maestre de la Orden del Temple- ABC
1-Portugal
Es una de las posibilidades más lógicas y aceptadas debido a que la Corona portuguesa mantuvo –en general- buenas relaciones con la Orden del Temple. Por entonces, en el país luso la Reconquista ya había tocado a su fin, hecho que pudo favorecer que los templarios se dedicasen más a la erudición que a las armas. «Pudieron hallarse en la fundación de la Orden de Cristo», explica Lara. A su vez, marinos portugueses como Vasco de Gama pudieron aprovechar el tesoro de sabiduría templaria para sus descubrimientos en las costas africanas.
Eso explicaría el que, a principios del siglo XV, el Gran Maestre de esta Orden, el infante don Enrique el Navegante, invirtiera las ganancias de la Orden de Cristo en la exploración marítima. El papa Calixto III les concedió la jurisdicción eclesiástica en todos los territorios «desde los cabos de Bojador y de Nam, a través de toda Guinea y hasta la orilla meridional, sin interrupción hasta los Indios», según rezaba la bula Inter caetera (1456). Y es que, como señala la autora, los templarios eran unos estudiosos de todas las ramas del conocimiento, entre ellas, las artes navales, de ahí el influjo en la escuela de Sagres.
2-Escocia
«Es posible que los templaros llegasen hasta Escocia. En ese caso, habrían atracado en Argyll y allí habrían descargado mercancías en Kilmory o Castle Suite», destaca la autora. En este caso, algunos investigadores como Ernesto Frers señalan que los caballeros de la Orden habrían entrado en contacto con el famoso líder Robert Bruce, quien –al igual que ellos- había sido excomulgado por su rebeldía. «Este recibió generosamente a los templarios, que a su vez le ofrecieron su colaboración en la campaña contra Inglaterra y sus aliados locales», completa el autor.
3-Sicilia
La tercera posibilidad es una de las más plausibles y, curiosamente, una de las menos barajadas. Esta afirma que las naves templarias se dirigieron hacia las costas de Sicilia, en el sur de Italia. Esta región había sido conquistada alrededor del siglo XI por Roger de Guiscard, un normando cuyas relaciones con el papado (así como las de sus sucesores) fueron controvertidas por momentos. En palabras de Frers, una de las banderas que este linaje utilizaba en sus buques fue posteriormente adoptado por los caballeros de la Orden del Temple, por lo que su llegada hasta la región pudo haberse materializado tras la huida de La Rochelle.
4-América
La última de las teorías –así como la más «conspiranoica»- es la que afirma que los buques de la Orden del Temple cruzaron el Atlántico y llegaron hasta las costas americanas. Todo ello, casi 100 años antes que Colón. «La leyenda dice que, cuando los conquistadores españoles llegaron a la Península del Yucatán, escucharon que unos hombres blancos ya habían estado allí y que habían entregado su conocimiento a los nativos. Otra hipótesis afirma que, de acuerdo al testimonio de religiosos que acompañaron a Colón, los nativos no se extrañaron al divisar las cruces de los guerreros porque ya las conocían. Además, las culturas prehispánicas tenían asumida la idea de que “llegará un día en el que vendrán por mar grandes hombres vestidos de metal que cambiarán nuestras vidas para bien”. Finalmente, también se sabe que los mayas adoraban a Kukulkán, un dios blanco y barbado. Constatación insólita porque esta cultura la formaban hombres lampiños por genética y adaptación al medio», añade María Lara.
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Zugarramurdi, la cueva de las brujas


sábado, 20 de julio de 2013

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En el Pirineo occidental, superado el valle del Baztan y a escasa distancia de la frontera con Francia se encuentra Zugarramurdi, el pueblo de las brujas, donde fantasía y realidad se mezclan para regalar a la imaginación la posibilidad de hacer un apasionante viaje a través del tiempo.


 Zugarramurdi es un topónimo de significado desconocido, aunque con seguridad proviene del euskera El del nombre podía ser 'lugar abundante en olmos ruines', de zugar.


La cavidad principal de estas cuevas ha sido producida por una corriente de agua aun caudalosa, El Infernuco Erreka (rio del infierno) que la traviesa conformándola como un amplio túnel que se orienta de noreste a suroeste en una longitud de 120 metros, una anchura de 10 metros y una altura media de 12 metros. Tiene dos galerías más altas aproximadamente de la misma orientación y ambas desembocan en la cueva principal. 


En cuanto al depósito arqueológico, se han practicado prospecciones, hallando algunos testimonios de cerámica prehistórica. Sin embargo, lo que ha hecho famosas a estas cuevas; como su nombre indica son conocidas por las brujas.

 "Sorgin Leze" (cueva de las brujas)

La cueva no contiene estalactitas, ni pinturas rupestres, pero sí un atractivo singular gracias a su amplitud y a la leyenda que la envuelve. En ella resulta fácil imaginar los akelarres, situar los relatos que hablan de brujería, de rituales paganos y de banquetes presididos por el diablo. Los nombres que recibe la gruta acentúan su relación con este mundo mágico. Así, se le conoce como "Sorgin Leze" (cueva de las brujas) en el lado más abierto del túnel y como "Akelarre Leze" (cueva del akelarre) en la parte más estrecha.
Cojamos la escoba y viajemos en el tiempo. Año 1610. Una joven de la localidad navarra de Zugarramurdi cuenta a sus vecinos sus inquietantes sueños. Aseguró haber volado y haber visto a varias personas del pueblo participando en aquelarres. Pudo quedar en un sueño de adolescencia. Pero la Inquisición barrió para casa e investigó el asunto.

"Akelarre Leze" (cueva del akelarre)

El sueño tornó en pesadilla. Fueron encausadas 53 personas de la comarca, según explican en el pueblo. La mayoría murieron en las cárceles o en el camino. El 7 de noviembre de 1610 se celebró el Auto de fe y, como resultado del mismo, 21 arrestados fueron acusados de delitos menores, 21 fueron perdonados y 11 condenados a la hoguera (6 en persona y 5 en efigie, junto con sus restos mortales), siendo quemados el domingo 8 de noviembre de 1610.


La historia está recogida en el Museo de las Brujas de Zugarramurdi, supuesto epicentro de una fiebre de brujas sucedida en Navarra por aquella época. Sin embargo, el Auto de Fe de 1610 impactó a toda Europa y Zugarramurdi se convirtió en el 'pueblo de las brujas'



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